Bajo mi piel, ¡qué viento enloquecido,
por valles de la sangre y sus colinas,
estremece un rosal, de más espinas
que de fragantes rosas florecido!
¡Qué agreste furia, qué hórrido sonido
de árbol cayendo y ciegas golondrinas
convoca su ulular entre las ruinas
de un efímero beso consumido!
¡Qué amargo mar su desatado llanto
encrespa entre mi ser! ¡Qué tolvanera
de angustia envuelve el hálito del canto!
¡Amor, fugaz Amor! Sin ti no fuera,
dentro de mí, un vértice de espanto
la hora, en cada instante pasajera.
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