Tu nariz pensativa sostiene la balanza de tus hombros,
tan breve el balanceo quedaron en el fiel diestra y siniestra.
Dentro está el péndulo
dispuesto a señalar con su parada el perfecto equilibrio,
dispuesto a detenerse en el instante
en que comienza lo que no termina.
Tu nariz pensativa, meditativa y contempladora
de ti mismo,
de su último aliento se despide.
¡En él tu juventud, épico aroma!
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