A mi madre
Mueres de día. Sobrevives de noche.
Paisaje de guerra
de posguerra
paisaje después de la batalla.
Piedra sobre piedra donde sólo se escuchan, en la
(noche a los gatos,
a las parejas de amantes que no tienen dónde meterse,
chillando.
Basuras, hierbas ralas, trapos, condones
aristas de latas con sangre.
Cuando salgo a la calle
como otro artista anónimo del hambre
más de algú cuerpo ha roto la fingida simetría
con un salto mortal.
Yo me sentaba en tus rodillas.
No me daba vergüenza, Sulamita
tu cabello de oro de ceniza.
Extranjeros ridículos colgando
sobre árboles inexistentes.
Hace frío.
Las cortezas sangrantes del otoño aprietan como una mortaja.
Si me siento a la mesa
el vacío es demasiado inmenso para poder rasparlo
con una uña.
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