Dichoso aquel
que en otro tiempo
encontraba:
la casa limpia,
la ropa planchada,
la mesa puesta,
los niños durmiendo,
y la mujer
a sus órdenes.
Así dirán,
mañana,
los hombres de hoy
cuando recuerden
estos días
de oficio sin sexo
que por siglos
eludieron,
calificándolos, astutos,
de ‘femeninos’.
Y…es muy natural
que así se lamenten
como añoran hoy
quienes evocan
los felices tiempos
de un ayer de esclavos
sin sindicatos ni leyes
y sin derechos humanos.
Tiempos iguales
a los que hoy corren
tras las cerradas puertas
de nuestra intimidad,
como trabajadoras
de doble jornada
sin descanso y sin salario;
desterradas sexuales
de los altos sillones
del poder y la fama.
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