Aunque penetres lentamente,
Al principio no sabes
Si estás en un infierno,
Pero el olor a polvo
De ruedas, pies desnudos,
Pezuñas y pedales
Es terroso y terreno.
Y el flujo inagotable,
De embarrancado río
De gentes y animales
Sacrílego, en las calles
Del elegido puerto
Y Útero de la muerte.
Bajo nubes de incienso
Llama el fuego a los muertos
Engalanados y dispuestos
Hacia el altar, lugar de inicio
Que no cambia.
No hay luto en esta noche
Candente de sus carnes
Crepitando en el viento.
En la quietud del cielo
Desnudo que amanece,
Devolverá el aire
Al agua su principio.
Navegará,
Entre ceniza y lodo.
Alboreará,
El mundo liberado
Del perpetuo regreso
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