Mi tristeza decía:
¿Qué flor nueva iluminas
en tu tierra de voz?
Sangran viejas heridas,
y llora el ruiseñor
de ayer, al aire nuevo,
su canción.
Y yo:
¡Ay, amor,
que te fuiste y te vuelves;
ay, amor!
Mi alegría decía:
No sé si el tiempo gira,
o si retorno yo,
pero rosales de oro
miro otra vez en flor,
y en una fuente seca
juega el agua y el sol.
¡La primavera vuelve,
corazón!
Mi corazón decía:
¡Primavera otra vez!
Cántale, ruiseñor,
tu antigua y siempre nueva,
siempre bella canción:
«Cuánto te quiero, mi vida y
mi sol.
¡Ya el nomeolvides tuyo
floreció!»
Y yo decía, sólo,
tu estribillo, canción:
¡Ay, amor,
que te fuiste y te vuelves;
¡ay, amor!
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