Cuando vengas, cogiéndote la mano,
volveré a recorrer mi historia muerta;
pasaremos la misteriosa puerta
que guarda mi cadáver cotidiano.
Iremos por las viejas avenidas
del parque de mis sueños, por mi infancia
de pasillos en sombra… Y tu fragancia
cerrará allí sus prístinas heridas.
¡Cómo me besarás en el pasado
cuando beses allí la pura frente
del fantasma de un niño pensativo!
Verás mi origen, para ti guardado,
que me puedes curar, tú solamente,
de todo lo que fue, el dolor aún vivo.
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