Cuantas al Duero le he negado ausente,
Tantas al Betis lágrimas le fío,
Y, de centellas coronado, el río
Fuego tributa al mar de urna ya ardiente.
Volcán desta agua y destas llamas fuente
Es, ingrata señora, el pecho mío;
Los suspiros lo digan que os envío,
Si la selva lo calla, que lo siente.
Cenefas de este Erídano segundo
Cenizas son; igual mi llanto tierno
A la de Faetón loca experiencia.
Arde el río, arde el mar, humea el mundo;
Si del carro del Sol no es mal gobierno,
Lágrimas y suspiros son de ausencia.
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