De «Donde aguarda una luz» 2008 de Clara Israel

Auschwitz, espejos 1941

Los espejos expanden su dominio
cuando ofrecen imágenes certeras
de lo que ha visto el hombre en las aceras
de sus ciudades llenas de exterminio.

Un simple espectador sin raciocinio
que ha contado innombrables calaveras,
un cuerpo sumergido en las bañeras,
un corazón ahogado de aluminio.

No hubo nada ni habrá ninguna vida
que pueda soportar esta homicida
tiranía de muertos sobre muertos.

No habrá ninguna luz que nos irradie,
tan sólo unos instantes siempre inciertos
y algún lugar que no recuerde nadie.

* * * * *

Bufonada

Nos hemos ido yendo a nuestra muerte,
a un dejarnos vencer muy poco a poco,
al nunca más, la nada y el tampoco,
a un ir perdiendo el hábito y la suerte.

Y nos hemos amado a manos llenas
con demasiadas noches en desiertos,
mientras la vida estaba en otros puertos
deteniendo la sangre en nuestras venas.

Hemos llegado a ser lo que encontramos
escrito en los cuadernos infantiles.
Cayendo en vanidades y tragedias,

sucumbiendo a traiciones y a reclamos,
hemos interpretado en vodeviles
el papel del bufón de las comedias.

* * * * *

Circense

Es un juego de manos y palomas,
sólo un truco infantil para que asistas
a la crueldad de los ilusionistas
que niegan el perdón de los idiomas.

Palabras que son cálidos aromas
para el dolor de sueños hedonistas,
un bálsamo de luz de mil aristas,
instante y mar, abismo al que te asomas.

Eternidad hallada en un perímetro
de cuerpos encendidos al milímetro,
antorchas que tú avivas y liberas

con el aire volátil de los huesos.
Trapecios, naipes, magos y chisteras
donde morir quemados por los besos.

* * * * *

El amor absoluto

Te sé real, tangible y evidente,
corporeidad rotunda que condena
a muerte la belleza en la azucena,
el tránsito del sol por occidente.

Renaces de la noche y del poniente
y asciendes a la luz como una almena.
Altiva en tu prisión de amante plena,
combates contra un dios omnipotente.

Aspiras a la eterna pervivencia,
a una lucha final contra la ausencia
y a toda paz que el sufrimiento entable.

Porque no has renunciado a la imprevista
condenación ni aún a la conquista
de tu reino de amor inalcanzable.

* * * * *

En memoria

Hacia un irte a ti misma te has marchado.
Te has convertido en mucho más que en verso,
en un fruto maduro, dulce y terso,
en un otoño suave y prolongado.

Y yo, desde mí mismo, he regresado,
con equipajes llenos de universo,
a la bondad del tiempo y al perverso
oficio de la muerte y su legado.

Quería ir hacia ti y me he olvidado.
La vida se descubre y se renombra,
el mundo de los vivos ha triunfado

y hay un sueño profundo que te asombra,
el recuerdo tranquilo que ha llenado
con un poco de luz tu propia sombra.

* * * * *

Nada que objetar

En Éfeso las tardes son de fuego
para el hombre que escribe sus sentencias
cuestionándose dioses y existencias,
legándolas a un mundo hostil y ciego.

Dejaré las palabras para luego.
Ansioso estoy de amores y experiencias,
pero en sombra convierto las vivencias
que no sé atesorar y que relego.

No hay nada que objetar al sabio Heráclito.
Murieron también Dios y su Paráclito
en un sueño olvidado en el que pierdo

la certidumbre a la que me consagro
cuando es negado al hombre hasta el milagro
de revivir dos veces un recuerdo.

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