De «Oceànica» 2008 de Clara Israel

A Gustav Klimt

Para Alejandro Duque Amusco

No les llega la luz de los diamantes.
Se apagan bajo un agua sin estrellas,
sin reflejos de luna vacilantes,
sin ser ya propiamente sólo ellas.

Las ondinas de giros ondulantes,
las algas en que habitas y destellas,
las danzas temerosas e inconstantes,
tampoco son ya propiamente aquéllas.

Y en óleos repintas tus ensueños,
fantasías de un genio bizantino
abocado al azul de los diseños,

al labio de oro, al pelo columbino,
al cuerpo que se erige entre los sueños
eterno en lo sagrado femenino.

* * * * *

Los amantes pompeyanos

Para Maria-Isabel Segarra

Se encontraron de pronto, sin apenas buscarse,
en un sinfín nostálgico de cuerpos sobrehumanos.
Y se reconocieron ya no amigos, ni hermanos,
sino frutos prohibidos locos por devorarse.

Es ahora que tienen miedo de separarse,
ahora que la noche los envuelve en sus manos
de ceniza y estruendos, edenes pompeyanos
que en abrazos de fuego les invita a enterrarse.

Murieron abrazados hasta el fin de los tiempos,
hasta que expertos hombres, forenses de la tierra,
los hallaron idénticos entre vestigios viejos,

ajenos a la muerte, al mar de contratiempos
que vencieron unidos en una antigua guerra
que a través de los siglos los trajo de tan lejos.

* * * * *

Muerte de Dios

Las horas peligrosas de este triunfo
sobre un azul de vivos y de muertos.
El hombre ya no entiende si el destino
será sobrevivir al mundo o a sí mismo.
Recomienza las horas, desanda los caminos,
y en un lugar recóndito, olvidado,
de sus días perdidos se contempla
como el ser de cartón reblandecido
entre tormentas demasiado tristes.
Tristes de luz, de azul y de reflejos.
Bajo el cielo de Dios mueren los sueños.

* * * * *

Ofrenda de luz

Para Carlos Bousoño

En los bosques lejanos donde el ser inocente
que fue el hombre se olvida del bien al que es llamado,
existes tú, el demonio que se ha crucificado
al madero del sueño y al agua transparente.

Y es así, en lo invisible, que te haces evidente.
Rastro del mal que nunca se hubiera propagado
de no ser por la duda que acecha a cada lado
de los ojos abiertos y amables del presente.

La vida es la condena. La lucha de titanes,
que rige lo inmutable, sobrevive a los huesos
y mueve las esferas con fuerza de palancas.

Pero queda el amor, sueño de los volcanes
que en los labios enciende la lava de los besos,
una ofrenda de luz entre palomas blancas.

* * * * *

Origen

Todo está en ti, porque ya nada existe
si no lo nombras tú sobre los sueños,
si no das existencia a un simple arpegio
de violines huyendo hacia el crepúsculo.
Porque ya nada soy si tú no habitas
entre nubes de páginas lluviosas,
y me regresas a Borges o a Ungaretti,
a escritores de luz sobre lo oscuro,
a poetas de labios y de beso;
porque si no es tu origen ya no es cierto
este todo que empieza sobre el aire
de algún libro olvidado y de la música,
que suena en los abismos de tu vida,
en el joven desierto de tu tacto.
En tu día infinito el sol ha muerto.
Todo está en el incierto de tus manos.

* * * * *

Sherezade

Reflejaba la luz de la alegría.
La vida que se explica con los cuentos
que inventó Sherezade en los momentos
más débiles y agónicos del día.

Y de su mundo el mundo renacía,
ajeno a los carnales pensamientos
del príncipe voraz de sufrimientos
que, imaginándola, se estremecía.

Reclamo tu presencia de odalisca,
el reto de una historia inexplicable
que desbarata el miedo y lo confisca.

Que un hechizo de arcanos te liberte
y en el reino del hombre y lo innombrable
nos salves con un cuento de la muerte.

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