De «Material móvil» y «Cuaderno de Berlín» de Jorge Riechmann

Ausente

Hay en tu ser
cámaras apartadas que no alcanzo,
invernaderos de delicia, lenta
germinación en tu sangre y en tu risa.

Está bien así. De tu retiro tomas
con la frente encendida y en los ojos
una promesa de luz
total para mañana.

* * *

Encuentro con el ángel

Hoy he conocido al ángel.

Ganas dan de llorar. Qué terca criaturilla miserable, desa-
seada, vanidosa. Qué plumas grasientas de supervivien-
te de marea negra, qué calva vergonzante cubierta de
pelo ralo y engominado, qué barriguilla lúbrica, qué
falta de dignidad, qué intentos de cohecho, qué grose-
ras familiaridades, qué burdo narcisismo y qué tartajeo.
Por no hablar de la ridícula estatura de corneja…

No me cautivan las aventuras de la humillación. Me negué
a decirle mi nombre.

* * *

Incredulidad

No eres
posible,
no es posible
que todo el calor del mundo
haya cobrado la forma de tu cuerpo
tendido e irradiante junto al mío,
no es posible tu cuello
girando sobre la almohada lentamente
como fanal de dicha,
tanta fructificación no es
posible, tan alta primavera
desbordando tus pechos y tus manos
hasta inundar todas las alcobas de mi vida,
no es posible el latido de tu sueño
cuando convoca
paisajes como caricias, dédalos susurrados
de fraternidad y auxilio y maravilla,
no es posible la paz de tu vientre rubio
si te busco debajo de las sábanas.
Desnuda no eres posible. Junto a mí, no es posible.
Eres lo más real y no es posible.

* * *

Poema del encuentro

«De ti me fío, redondo
seguro azar»
Pedro Salinas

Te encontraré
postrada tras una revuelta del otoño
-estandartes de sol helado,
barricadas de hojas secas-
o no te encontraré.

Te encontraré
desnuda frente al mar en el rellano
de una escalera oscura
-y no me atreveré a rozar tu cuerpo-
o no te encontraré.

Te encontraré
sucia de soledad o de heroísmo,
acribillada de pájaros sin vuelo,
inmensa e íntima cual cielo sin heridas.
Te encontraré.

* * *

Tres veces despertar

1
Por las mañanas, recién despierto,
cuando ya una luz pálida de no haber desayunado
aventura su inmensa curiosidad en la alcoba
y tú eres aún sobre todo
ovillo de calor, desnudo imán de sueños,
me permito
un minuto para adorarte.

2
A veces, al despertar a tu lado
estoy seguro de que ciertos «buenos días»
podrían curar el cáncer, la ceguera y la lepra.
Y deseo entonces desesperadamente
ser también yo capaz de saludar así
a lo recién creado.

3
Entreabre el alba ventanas en la piel.

Yazgo junto a ti. Sé que no conseguiré recordar lo que hemos
soñado esta noche. No ,hay calor comparable al de un cuerpo
vivo.

Pero el ojo, el ojo desecándose querría… una niebla carmesí,
una lluvia de oro, al menos un avivamiento de la noche…
querría poder olvidar los poros de sarcástica nitidez
que perforan a todos y cada uno de los seres de este mundo.

El sol arranca de los cuerpos una música sin cobijo. Duermes,
pero asediada por la claridad. Yo ya sé que la prueba de este día
consistirá en engolfarse

en la estremecida vigilia de la realidad.

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