La plaza, un jardín fresco; los tablados,
Un encañado de diversas flores;
Los toros, doce tigres matadores,
A lanza y a rejón despedazados;
La jineta, dos puestos coronados
De príncipes, de grandes, de señores;
Las libreas, bellísimos colores,
Arcos del cielo, o proprios o imitados;
Los caballos, favonios andaluces,
Gastándole al Perú oro en los frenos,
Y los rayos al sol en los jaeces,
Al trasponer de Febo ya las luces
En mejores adargas, aunque menos,
Pisuerga vio lo que Genil mil veces.
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