Hoy un hombre se subió a un árbol
y el árbol bajó por el hombre.
El ascendió por los frutos,
las hojas bajaron por sus ojos.
El hombre levantó las ramas.
La sombra quedó colgando
en un atado de pájaros
esperando más cargamento,
otras identificaciones,
nuevos espejos,
más coloquio.
No ese significativo
trepar y meterse en la corteza
y luego seguir esperando el otoño
con la lengua afuera.
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