Ha quedado en el aire morado de la tarde
un hueco de alabastro y pigmentos de almagre.
Las palomas rasean su vuelo indiferente
sobre el mudo estertor del horizonte estrecho.
Se ha cerrado la noche. Es otoño en el mundo
y el viento tras los muros es una bestia ciega
que aúlla en los arrabales de escarcha de la muerte.
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