Hacia días hermosos voy contigo, llevado
por tus ojos desnudos, por tu voz sin palabras.
( Ojos hondos que guardan las auroras del mundo,
tibia voz de caricia, penetrada y callada…)
Se abren lentas las puertas del ensueño lejano…
Ya estamos en el tiempo que quizá no tuvimos;
somos ya de la infancia que la tierra florece…
La esperanza indefensa da fe del paraíso.
No huir, ¡ir hacia adentro! Hemos vuelto a la vida..
Sólo ser; sólo, siempre, penetrar en el alma.
Y sentir que palpita, desolada y remota,
en el mundo en tinieblas, una estrella que ama.
…Mas quien vive en ti, odia, catedral de mendigos;
¡el amor rompe a tajos las murallas del miedo,
y endurecido en ira desprecia, sobrepasa
al ser feliz, desea, quiere acercar su reino!
(Si el amor más precioso terminara en sí mismo,
¡oh qué joya de escarnio frente a aquellos que sufren!
Pero cuando volvemos de la dicha sin tiempo,
hay un luchador grave en cada amante dulce.)