Entre la arena brillaba
el cangrejito lo vio,
un pendiente de una perla
con un precioso color.
Aunque pesaba muchísimo
lo subió al caparazón,
y de camino a su casa
una ardilla le chistó.
Shiiss, amigo cangrejito,
¿quieres que te ayude yo?
repartiremos el peso
lo cargaremos los dos.
«No gracias, -dijo el cangrejo-
queda poco camino»,
pero estaba tan cansado
que descansó entre unos pinos.
Shiiss, amigo cangrejito,
le habló luego una serpiente,
si necesitas mi ayuda
yo voy inmediatamente.
«No gracias», -dijo el cangrejo-
cerca de su madriguera,
pero tanto le pesaba
que descansó en la vereda.
Shiiss, amigo cangrejito,
si necesitas mi ayuda,
le dijo luego el conejo,
voy al momento sin duda.
El cangrejo desconfiado,
otra vez volvió a negar,
y estaba al llegar a casa
a punto de reventar.