EL LIBRO DE YUKEL (fragmentos) de Edmond Jabès

Dedicatoria 2

Tú no sabes si vives. Tú vives.
El camino es corto en el tiempo, largo en el espacio que abarcan nuestros brazos.
El corazón es bueno.
Nuestro amor es una isla. El mar es el campo.
El pan es bueno.
El orden radica en la corteza. El árbol está ebrio de viento.
El sol es bueno.
Tus ojos, lejos del nido. La ola es fuerte en el silencio.
¿Estamos donde estaremos?
Mañana es bueno.

* * * * *

1. La parte del bien

Tú eres rico. La palabra te es dada.
REB ELAIM

(-¿En qué Piensas?
-En la tierra.
-Pero estás en la tierra.
-Pienso en la tierra en que estaré.
-Estamos uno frente a otro y tenemos los pies en la tierra.
-No conozco más que las piedras del camino que lleva,
dicen, a la tierra.

Si el árbol careciese de inteligencia, se derrumbaría.
Si el mar careciese de inteligencia, se devoraría.
El agua obedece al agua
y mantiene al pez.
El aire obedece al aire
y mantiene al pájaro.
Si el hombre careciese de inteligencia, reinaría la oscuridad en todas partes.
Tú darías alaridos por los caminos.
Tú maldecirías a tu prójimo.
Tú aplaudirías el incendio.
Tú cortarías en lonchas delgadas los senos de tu mujer.
Tú arrancarías la cabeza a los niños.
No quedarían ya flores.
Tú llevarías una corona de espinas.
Tú estarías solo, solo, solo;
pues, para ser dos,
HAY QUE SABER.)

Te dejé morir, Yukel. Estaba a tu lado cuando bebiste el veneno. Podía impedírtelo, pero tu mirada no toleraba que yo interviniese para modificar tu decisión. Asistí a tu agonía, en la
sombra. Tú mirabas fijamente la pared. No besaste una sola vez la imagen de Sara.
Bajé las escaleras de tu casa apoyándome en la barandilla. Estaba muy cansado. Temía al día, a la calle. Fui andando
hasta mi morada y, en mi cama, dormí hasta el alba. Empezó para mí
una nueva vida; una muerte malaventurada. ¿Era quizá mi destino denunciar el sufrimiento de que te liberaste suprimiéndote? Pero yo no tengo ni oídos ni boca. Y nada atrae ya a mis ojos.
Tú eras mi respiración, y Sara el grito de mi verdad maltratada. La verdad es semejante a una adolescente. Se puede hacer todo
con ella, pero también se puede hacer mucho por ella. Se puede morir o vivir bajo su ley.
Estaba a tu lado, Yukel, cuando tus manos se aferraban a la sábana. Tus estertores -¿tan débiles eran?- no inquietaban a nadie
en torno a nosotros. Entraste enseguida en coma y te
quedaste rígido pocas horas después. No esperé a que viniesen a llamar a tu puerta. Huí.
Tu amante se marchitó en el infierno de las flores. La demencia, más tarde, la sostuvo. Se diría que sus gritos, hoy, son más desesperados. Manan de su ser dolorido, de ese cuerpo indefenso que el alma vuelve tan transparente como luz.
Se ven sus huesos como un paisaje desvelado por la carne. Se ven los dientes a través de la mejilla.
¿Adónde iré, desdoblado?

Un escritor se evade con los vocablos y, de ellos, algunos, a veces uno o dos, le siguen a la muerte. Un vocablo es primero
una colmena y después un nombre. Dos nombres se disputaban mi corazón y mi mente. Los encontré en la hondo de mí mismo
y su existencia era la que yo había, en las tinieblas, vivido. Como tú, ayer, estoy agotado. Mi pasado está lastrado de expolios,
de persecuciones. Mi pasado inclina la cabeza hacia un respaldo ilusorio, un hombro compasivo o mi mesa.
No tengo ya ambición. Soy el paso abierto de la luz adonde me arrojaste.
«¿Qué es un escritor? , preguntaba a un narrador célebre Reb Hod. ¿Un hombre de letras? No, seguro, sino una sombra que lleva
a un hombre.»
Tú eras ese hombre, Yukel, ese hombre y ese mártir.
Me eclipsaré, en breve.
Volviste de los campos de concentración culpables para consagrarte a tu última hora y mis folios huelen a las cenizas de tu fe.
El libro es un momento de la herida o la eternidad.
El mundo se limita a nosotros.

* * * * *

2. Retrato de Sara y de Yukel en el grito

Manos huidas, aferradas a vuestras antorchas.
El cielo os ha confundido con pájaros.
El nido ha destronado al arco y al árbol.
REB LEZER

Este trazo blanco en la página blanca es el trazo del grito.
Ya no teme al obstáculo.
No le estorba la tinta.
¿Deja el ave una huella de su vuelo?
Tú sigues con la mirada al pájaro.
Aquí, el oído es el orden.

(«El ojo hace ver lo que escucha, lo que cata, lo que
palpa. Yo soy todo ojos en mi cuerpo.»
REB GAMRI)

Y Yukel dijo:

¿Quién sabrá beber en mis palabras?
¿Lo he sabido hacer yo acaso?
En mi libro, en el seno de la soledad,
tu soledad me es, para siempre, debida.

* * * * *

3. En ningún momento describí vuestro rostro

El objeto aumenta el objeto.
REB SAFAB
Yo bailo -Dios es mi Idea.
REB KARAM

«¿Qué es una idea?
Una bailarina.
Sobre una música de circunstancias,
baila.
Aplaudid, aplaudid, hermanos,
el espectáculo.
Las ideas aspiran a complaceros.
Ballet de mi vida.
Ballet de mi muerte.
No provoquéis a las bailarinas. Pueden
ser crueles.
Dadles vuestro amor, hermanos. .
Son hermosas.»
Reb Elamí

«Llevo dentro de mí los desiertos, la arena caliente del silencio. El mar en torno, el mar a lo lejos es, en mis hombros,
el chal ribeteado de flecos que el temblor de la voz en la plegaria ondula.»
Reb Sim

«Dialogo, en mí mismo, con el otro. Reflexión. Pensar es andar tras una pregunta.»
Reb Ivel
«No confundir idea con pensamiento, danza con daga.
-Precisión del golpe asestado, imprecisas respuestas de la víctima.»
Reb Velad

«Sangrienta zancada. Golpeas para avanzar. El pensamiento es cincha y es cuchillo.»
Reb Ladev

Y Yukel dijo:

En ningún momento describí vuestro rostro;
amantes desembriagados, aislados en los días y las noches de mis libros,
pese a que no faltaron pretextos ni ocasiones.
El rostro de la esperanza es una espiga.
El rostro del dolor, un espejo.

* * * * *

4. Diario de Yukel

Era mi calle, mi barrio. Existían antes que yo.
¿Quién robó el joyero? ¿Quién me expulsó de mi lecho de terciopelo?
Oriente es un rubí en la frente de una mujer. Yo era la lámpara
de cuentas del palacio. Soy un pedazo de vidrio en el camino.
REB LAHAN
Dios está adosado al muro venido a menos del Templo.
Ninguna morada, a partir de ahora, será nuestra.
REB NALEH

5 de octubre
Me he mirado al espejo y he visto a un adolescente de ojos más grises que el cielo en invierno
cuyas lágrimas hacían pareja con la lluvia tras el cristal.
Rostro de mi rostro.
Fulano de Tal, soy yo, Yukel
en su alma acosada.
El rehén.

9 de octubre
No pienso en mí. Pienso en mí en los demás, en su hostilidad documentada. Pienso en mí en el amor de Sara.
Un lazo en el que el lazo es el arma.

12 de octubre
Debo perder la costumbre de ejercer mi pensamiento.
Algún día, recobraré mi pluma, mi voz.
¿Sabré emplearlas?
La página blanca es página de paciencia.
Sombra gigantesca.
Sombra de las sombras desparramadas por el mundo.
La noche es una mariposa nocturna en la noche de las lámparas.

Me han venido a visitar mis antepasados.
No tengo, con ellos, en común más que la palabra conservada en los pliegues de la palabra.

15 de octubre
La vida ha adoptado las facciones del enemigo y la muerte mi rostro enemigo.

16 de octubre
Fraternales.
como el hambre con el hambre.
Como la hoja con la hoja.
Como el rayo con el rayo.

3 de noviembre
Pronto, pasaré quizás inadvertido.
Habrán ganado.

6 de noviembre
Cuerpo vulnerable, puesto a la puerta.
El alma posee toda la ciencia del silencio.

9 de noviembre
El mundo es un fanal de memoria.
Estrella, olvido que parpadea.

13 de noviembre
«La boca es el manantial más pequeño, decía Reb Albaglí y sin embargo calma la sed de la
humanidad.»

* * * * *

5. Diario de Sara I

Me duele ya ti te duele por mí.
Hacer daño, lo que puedo ofrecer para una partición.

7 de marzo
No escribiré nada acerca de lo que he visto. Escribo al pie del instante que esquivo, a rastras
de una pregunta preñada de preguntas.
El mar es mi casa.
No escribiré nada acerca de la calle, el follaje del árbol ahogado.
No escribiré nada acerca de la bestialidad de los hombres, la palabra profanada.
Inocente y culpable, distanciada en el corazón y en los ojos de mi padre y de mi madre,
por una resurgencia de demencia
cuyas gradas son las piedras calcinadas.
Sola, en mi terror a mirar por encima de la tapia.
Sola, en mi penumbra obstinada.

8 de marzo
El cielo ha sido restituido al cielo, esta noche. Todas las estrellas han vuelto a ocupar su
lugar.
Me maravillo, pese a que cada una, salida ilesa del fuego, me designa para el exilio.

10 de abril
Tumbas de día.
Mi pena cuenta las lápidas y yo soy el lagarto en los intersticios.

11 de abril
Opongo a la vida la verdad del vacío.
Mis orillas no tienen agua.

No nos debatimos en el fondo del río, sino en la superficie.

17 de abril
¿Es la muerte el gusano en el fruto o es el sol del verano?
El invierno de mi vida cuelga de mis pestañas, de mis labios.
La primavera es nuestra estación interna, la única.
El cielo del alma tiene trescientas sesenta y cinco veces la dimensión del cielo.
Primavera tardía, primavera sorprendida por el rayo.
Por donde paso no hay alameda.

23 de abril
Formo, con mis brazos sumergidos, el arco de un puente improvisado.
¿Pero en qué país, en qué continente?

Hermoso arcoiris cautivo,
¿dónde me es más querido?

Elogiar el lazo, ceñir el signo.
¿Acaso ya no es redondo el mundo?

3 de mayo
Ceder la palabra al alero.
Peligrosamente en pie, como un bolo.
Caigo, con cada jugada.

4 de mayo
Mi sueño leve, mi sueño de corcho tapona mi vida.
Una botella al mar.

6 de mayo
Trato de entender, de aunar mis fuerzas.
Me he encarnizado tanto con mi cuerpo que me he quitado casi todo el peso de encima.
¿Tenía hambre antes de conocer el hambre?
En mi transparencia, como bajo la mancha de tinta, el folio adelgazado por el borrador.

15 de mayo
Un árbol al pie del cual me tumbaré para asociar, merced a sus ramas, el cielo y mi
insensibilidad.
Ser dos en lo mejor del mármol compartido.

16 de mayo
La verdadera muerte se encuentra en un cielo acabado y no en un valle de falsas apariencias.
Yo velo, harta de vigilias.
Tan ruin
Tan abajo.

11 de junio
Dudar quizá sea abolir los límites, girar en torno al dado.
Tierra, tierra donde todo es sencillo.
Dios es la duda.

12dejunio
Libre, engañada.
El agua perfecta negada a la lengua del faro.

21 de junio
Me hubiese gustado ser únicamente un canto; mi vida así habría podido durar.

Pero sí que duro. Ahí duele.
El marfil de una devoción.
Yo soy más dura que la duración

18 de julio
La rada tiene el pudor de una paleta prendada de la madera más que de los colores.
He agotado la espuma, las sobrecargas, las irrupciones.
Después de haber sido de carne, era natural que el mármol tratase de volver a ser mármol.

19 de julio
Partir el pan de los demás para los demás. El mío es pan duro.

22 de julio
Miro largo rato a los seres, las cosas, antes de verlos; después me acostumbro a su presencia
y desaparecen sin hacer ruido.

23 de julio
No el silencio de la madera sino el silencio de la piedra. No la ausencia de la voz que el
recuerdo puede traicionar sino la de la confesión del gusano al limo feraz.

27 de julio
Subterránea, como los veneros.
Y nada, en el horizonte, salvo un venero.

31 de julio
Podemos imaginar un rostro en el vacío; en ese caso el vacío nos llama la atención por su
parecido a nosotros.
¿Es a mí a quien miro de hito en hito?
La sombra es dominada por la sombra, como la mano por la mano mayor.

* * * * *

6. Índice de las estaciones del año

Ella habla de milagro y amasa el pan.
La inocencia la dibuja.

Estrellas laboriosas.
Arañas instructivas.

Nieva sobre la palabra
Nieva para la palabra.
Nieva en la palabra.

Lo maravilloso.
El objetivo de las lámparas

Mujer y fuente
hacen sangrar al agua.
El mendigo cree en
la bondad de los árboles.

Lentas construcciones
de tinta y de metal,
la luz es memoria,
primer vuelo eterno.

Mañana, los enanos
serán gigantes.

La piedra
aguanta
el olvido.

Pero una mota de polvo
puede aplastarlo.

( «Hay una canción en el corazón del águila, pero sus
alas la llevan a otra parte.»
Reb Assayas
«Los esfuerzos del agua son pliegues. Mira cuánta es mi
pena.»
Reb Amhí)

* * * * *

7. Canción de los siete cirios

Ay, ay, ¿dónde mi pena?
Ay, ay, ¿dónde mi vida?
Ay, ay, ¿dónde mi ciudad
y mi Templo destruido?

Están, mujer, en nuestros corazones.
Están, mujer, en nuestros gritos.
Están, mujer, en las horas
doradas de nuestros siete cirios.

Ay, ay, ¿dónde mi vida?
¿Apagada con las siete penas?
¿Apagada con los siete pozos?
¿Apagada con los siete cirios?

He aquí, mujer, tu pena.
He aquí, mujer, tu vida.
He aquí, mujer, tu ciudad
y el Templo destruido.

Resucitados en nuestros corazones.
Resucitados en nuestros gritos.
Resucitados en las horas
doradas de nuestros siete cirios.

* * * * *

8. «Nosotros teníamos una tierra y un libro.
Nuestra tierra está en el libro.»
Reb Riel

«Él me dijo:
No tendrás ya manos.
Yo dije:
¿Para qué sirven, ahora ya, mis manos?

Él me dijo:
No tendrás ya labios.
Yo dije:
¿Para qué sirven, ahora ya, mis labios?

Él me dijo:
Serán tus ojos lagos secos.
Yo dije:
Me sé, de memoria, el Libro.»

Reb Forte

9. La palabra profana

El árbol es el símbolo de unidad del universo que
la sombra y la luz reivindican. Es el deseo exacerbado
y colmado que ha regido mi vida y por el que he
penetrado en la muerte.
REB ALOHAI
Es tan viril la voz de nuestros profetas que se
confunde con la, desvahada, de la multitud.
REB AMLED

Primera voz
Allá donde el poema es llevado en triunfo,
el pueblo congregado se apoya en los gritos
como el marinero en la tormenta
y la moza al astil de su amor al viento.

Segunda voz
La fealdad se ha puesto sus zapatos de marcha.

Primera voz
Así pasa el tiempo, túnel interminable.
Así pasa la sangre de un hombre al otro,
de un continente a un continente.

Segunda voz
Noche de festejo en la que muda la mentira.

Primera voz
Los fuegos artificiales, con sus tablillas en los pies,
bailan en el cielo, instante de eternidad.

Segunda voz
La muerte extrae a las plantas sus muelas.

Primera voz
A la mañana siguiente a la orgía, los perros evocados ladran.
Los campos de batallas están cubiertos de encajes.

Segunda voz
¿Cuántos sueños, decid, seguirán obsesionando
a los vivos,
a los supervivientes embotecidos?

Primera voz
Lo natural se burla.

Segunda voz
A toda marcha, el verano de las minas,
el acero de los motivos diferentes.
A toda mancha.

Primera voz
La palabra aún por nacer es una burbuja.
Los cuentos de hadas están comidos por gusanos de luz

Segunda voz
Tantos vidrios rotos, tantas lágrimas
han alzado nuestras lámparas.
El sol se encuentra al otro lado del agua
donde tú estás en pie,
con los brazos cargados de regalos.

Primera voz
Nuestros sinos son rayos de errancia.
Tantas noches pulverizadas, tanta ausencia de lluvia
han modelado nuestras copas;
al otro lado del incendio
donde estás en pie,
con las piernas abiertas.
Los años se han atado el pañuelo al cuello.
El diálogo de las estaciones se ha callado con el torrente.

Segunda voz
La palabra es un olivo.

Primera voz
Nunca cólera
estuvo tan afinada.

Segunda voz
La esperanza empavesa los caminos que la miseria abre.
La embriaguez yace en la calzada en su vómito,
en torno las balas, abejas muertas lejos de las colmenas.

Primera voz
Los nombres de las calles han dejado de velar por la ciudad.

Segunda voz
La palabra es un abeto
surgido, antaño, de las nubes.

Primera voz
El adiós asombra a la mañana.

Segunda voz
Los bosques son páginas de historia,
con flancos de cuchillos,
con perlas de plegarias.

Primera voz
Baile. La llama desvestida de tu traje.
La orquesta ha conocido otras fuentes autorizadas.
El éxodo en el azogue del espanto.
Los hornos crematorios en las consignas severas.
El aire está en todos los labios, aliento perfumado.

Segunda voz
Crepúsculo de las cimas. La aurora no tiene malicia.

Primera voz
El aire está en todas las cabezas, buitre demente
El oro, en cada bolsa al fondo de las canteras.

Segunda voz
La palabra del álamo temblón es hecha pedazos por los tambores.

Primera voz
Poeta de una demorada ausencia, llevado a ver, a verter como
el cielo en el mar. Mi color no viene de mí.

Segunda voz
La palabra del hontanar es profecía del río.

* * * * *

10. Y Mansur recordó esta canción atribuida a Reb Bertit:

«Me dijo:
Mi raza es la raza amarilla.
Contesté:
Yo soy de tu raza.

Me dijo:
Mi raza es la raza negra.
Contesté:
Yo soy de tu raza.

Me dijo:
Mi raza es la raza blanca.
Contesté:
Yo soy de tu raza;

pues mi sol fue la estrella amarilla;
pues me envolví en la noche;
pues mi alma, como la piedra de la Ley,
es blanca.»

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