Poma en sazón. Y el tallo estremecido
de la vida se alza tan ileso
que parece tan sólo el claro peso
de la luz el volumen florecido.
Nada más dulcemente sometido
que el aire a su existir, hay algo en eso,
como de pulpa prodigando el beso
de aroma su contorno diluido.
El aroma no es más que la distancia
entre la fruta y ella. Si muriera,
¿ya para qué el perfume? Sin fragancia,
¿para qué la manzana? Si pudiera
ella ocultar su cálida sustancia
el cuerpo de las frutas no existiera.
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