Existe; ¡yo lo he visto,
(y ello a mí)!
Su esbeltez negra y honda
surjía y resurjía
en la verdura blanca del relámpago,
como un árbol nocturno de ojos bellos,
fondo tras fondo de los fondos májicos.
Lo sentí en mí, lo mismo, vez tras vez,
que si el rayo me helara los sentidos
con su instantaneidad.
¡Lo he visto, lo he tenido;
¡me ha tenido, me ha visto!
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