Nadie sabe el silencioso peso de la sombra
o siempre hay quien sufre más, quien con todo el dolor
en una estancada agua no sabe qué dios caído
o qué recuerdo logrará disipar
la risa afilada y fría de la noche.
Y nadie sabe el peso ingrato del otoño
o de la sombra, la nada envolvente y espesa nadie sabe
de quien siempre sufre más, a quien un dolor
le asalta y jamás sabe
de dónde vino ni cómo
se le metió tan dentro, perezoso en marcharse,
muy terco, dolor o demonio de mil caras
que cada paso convierte en ciénaga,
carcomido dolor de excomulgables dagas
que te hace en la sombra ser más sombra
y clausurar nombres y ventanas
en las inútiles procesiones de los días
nadie lo sabe, nadie anuncia
cómo se salva o cómo se le engaña.
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