«Creo en la resurrección de la carne»
Siempre que vuelve por tus ojos
un viento de tus años de niña a atravesar,
y te llama un paisaje
que empezaste y dejaste a la mitad;
siempre que un cielo y una playa
de otro tiempo, te insisten con nostalgia de allá,
y querrías volver
a esos recuerdos donde has muerto ya,
no llores, sino calla y oye
cómo vive en tu cuerpo, cómo en tu carne va
todo lo que has vivido,
en tu carne que nunca morirá.
Grabado está en tus huesos cada
dolor, cada ilusión que ha cruzado tu edad:
por tu cuerpo de días
resucitado, a Dios entreverás.
Y en esa huella de la vida,
como están dos pisadas en una sola, igual
la huella de mi nombre
al golpe del amor ha de quedar.
Ante el Señor, tu nuevo cuerpo
hará de mí más luz entre su claridad:
iré en lo que fue tuyo,
reflejado en tu nombre de cristal.
Y tu figura, como un cántico,
cruzará de eco en eco toda la eternidad,
sonando por tus hijos
de rostro en rostro, por siempre jamás.