¿Crees tú que en el alma del artista
que un día ideó y cinceló la copa,
puede nacer el demoníaco sueño
de verla rota ?
¡Oh! tú no crees, como yo no creo,
que la divina mente creadora
quiera destruir lo que en deliquio sacro
la mano forja.
Si es así, y las cabezas apolíneas,
los brazos y las manos que la forma
femenina hasta el éxtasis exultan,
han de reunirse al polvo de la fosa.
¿Por cuál extraño amor fueron forjados,
y por cuál odio vil son mutilados?
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