Qué hermosa eres, Diablo, como un ángel con sexo pero
mucho más despiadada,
cuando te llamas alba y mi noche es más noche de esperarte,
cuando tu pie de seda se clava de caprina pezuña en mi
abstinencia,
cuando si eres silencio te rompes y en mis manos repican
a rebato tus dos senos,
cuando apenas he dicho amor y ya en el aire está sin boca
el beso y la ternura sin empleo aceda,
cuando apenas te nombro flor y ya sobre el prado ruedan
los labios del clavel,
cundo eres poesía y mi rosa se inclina a oler tu cifra y te
me esfumas.
Mañana habrá en la playa otro marino cojo.
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