Desde el paisaje huraño y desvelado
que acogió entre la niebla mi figura,
rescata mi memoria la más pura
imagen que guardara del amado.
Revivo silencios del pasado
en el beso amarrado a mi cintura,
y descubro una llama que perdura
en el minuto ayer eternizado.
Entre la brisa fresca del verano,
brotando desde el cuenco de su mano
la nota del laúd llegó a mi oído.
Me cubre nuevamente su fragancia
y a golpe de encenderse en la distancia
treinta años retoñaron del olvido.
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