Los almuédanos ciegos con sus cinco llamadas,
como cinco punzantes aguijones de sombra,
te recuerdan hirientes y certeros los cinco
años de lanzas negras y estandartes de muerte,
de sueños intranquilos, nómada de las cuevas,
con el perro acezante del hambre en el costado.
A veces te despiertas y ves en las galeras
las banderas nocturnas, con dragones sangrientos
que braman tenebrosos en sus noches sin sueño.
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