Tal vez la dicha sea, entre otras cosas
cotidiana y hermosamente simples,
venir, como esta tarde, a recogerte,
a la salida del colegio, ¿sabes?,
y bajo el sol dorándose en tu pelo,
llevarte de la mano y sorprenderme,
como si del olvido regresara,
de ver que ya me llegas justo al pecho
y de lo mucho que a ella te pareces;
y al aire nuevo de la primavera,
pasear por el parque y de palomas
llenarme el corazón y la mirada
cuando alegre me cuentas que sacaste
un siete en Naturales y que Bea
te ha invitado a su fiesta de cumpleaños.
Acaso sea la dicha, como tú,
una niña traviesa que se esconde
detrás de una caricia o de la puerta
de esta cafetería donde estoy
merendando contigo mientras Laura
Pausini, tu cantante preferida,
se pregunta en estéreo ¿POR QUÉ NO?
La dicha de Víctor Jiménez
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