¡Cuántas veces, la frente en la mano
y en el blanco papel la mirada,
entre el blanco papel y la mente
sorda lucha en secreto se entabla!
Como el mar solicita las velas,
como el aire estimula las alas,
el papel, con su casta blancura,
solicita a la idea y la llama.
Ven -le dice-; sumido en la mente,
pobre germen, te anulas, te matas;
tenue ser de la nada engendrado,
¿no te asusta el volver a la nada?
Ven, amiga; yo soy tu destino,
soy el aire que al águila aguarda,
soy silencio que aguarda armonías,
soy el mármol que quiere ser estatua.
Soy espera y misterio de cita;
tú la ignota belleza esperada;
soy lo incierto, lo vago, lo amorfo;
tú la línea, el color, la palabra.
Yo, mezquino papel, soy el lienzo
donde el Verbo su imagen estampa…
¡Cuántas veces impresa con sangre
en mi nieve su faz deja el alma!
La Hoja Blanca de Blanca de los Ríos
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