Así me gusta tu pelo,
tendido y húmedo
como una lluvia.
Ah,
qué infinidad de delgados ríos
se derraman sobre tu espalda,
qué inagotable fuente,
qué cielo el que se deshila.
Si tu pelo no fuera negro,
si fuera transparente
como esta gota,
diría que el día de hoy
principió el invierno
y correría descalzo
hasta empaparme
y vigilaría el momento
en que estallara la primera flor
e insurgiera la primera hierba.
Si tu pelo no fuera negro,
sería la primera cabellera
de este invierno.
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