He aquí la lluvia:
los aires callados remece,
y las golondrinas
-gaviotas de mínimos peces-
las aguas oscuras, tranquilas,
rizan en los lagos.
Un olor de heno
satura recintos y campos.
Y el año se va
sin dar un lamento,
ni lanzar un grito,
que un día más
pudiera ganar de improviso.
Versión de Carlos López Narváez
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