Errante por la luz, en primavera
recóndita y azul y de oro y grana,
mi corazón recoge esta mañana
todo el amor que llueve en lisonjera
tempestad de frescor. La noche afuera.
Afuera el cierzo y la ansiedad lejana.
Se pone en pie la claridad temprana,
alza sus brazos, yergue su bandera,
grita su luz, avanza arrolladora
por la pradera vencedora y mueve
el árbol todo del espacio ahora.
Todo en el aire, luminoso, llueve,
gira, delira entre la luz sonora,
y allí suspira entre el follaje leve.
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