Se extiende la escritura desatada
ante los espejos del cuerpo.
Las imágenes son pródigas
y el chispazo delicado del gozo
se cierran sobre la cintura
mientras se declara disidente.
Con fragmentos se construye el ánfora.
El descenso de la rueda termina.
La luz se hace forja
en su reflejo anónimo.
Cuando llegue el día
en que esté terminada
la forma entrará como aire
y un abrazador torrente
será murmullo.
De Giuseppe Arcimboldo
se ha dicho
que inventaba rompecabezas.
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