Miras abajo porque sientes
que todo lo que sientes
va a acabarse,
que el dolor sí se ha roto,
que hay un viento que anuncia
tu nombre y tu llegada a otras ciudades,
un lamento gris,
tus ojos que ahora sí lo entienden todo
y lo perdonan todo,
tus ojos que no miran
más que el vago contoneo de las cosas
para guardadas dentro,
que saben que la marcha
es una aceptación.
Antes de irte
quieres estrechar la mano del verdugo,
porque no deseas llevarte
nada parecido a un mal sueño.
Olvidas el dolor,
te están llevando,
parece que ahora estás mucho más lejos.
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