Las luces del amanecer
abren caminos que cruzan la noche,
se acerca un nuevo día y tú
vas a tener que abandonarme.
Ahora descansas junto a mí,
sueñas que te has quedado para siempre,
sonríes con la placidez
de quien no tiene recovecos,
pero la luz está ya ahí,
ya han despertado los gorriones,
se oye la vida que aletea
y anuncia nuestra despedida.
Porque te tienes que marchar
aunque ni tú ni yo lo deseamos,
vas a dejar un hueco en mí
de dimensión aterradora,
porque te vas de este país
y de este cuerpo mío, y de estos besos,
y no sé qué va a ser de ti
ni si alguna vez nos veremos.
Llega la luz, te digo adiós
sin despertarte, dulcemente,
luego me inclino hasta tu oído
para darte los buenos días.
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