Rosa fragante, enseña desplegada,
rosa de miel, de luz, de primavera,
entre todas las rosas la primera,
de la inquina y las sierpes alejada.
Rosa, por dulces sorbos habitada,
de las palabras laboriosa obrera,
en ‘tela de concierto’ delineada
y del sutil aroma prisionera.
Llevas entre la mano suave y fina
el Edén que en tu nombre se adivina
y el hilo que en la vida se desvela.
Y entre las venas guardas silenciosa
la herencia de la estrella milagrosa
que en tu verbo encendido se revela.
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