a Francisco Álvarez Velasco
Poeta, tú que escribes, tú que callas,
tú que eres hombre y además camino
y vas detrás de algún color y hundes
en un amor desnudo tu cuchillo:
la pena es casi todo cuanto vale,
más que la ebria copa vuelta añicos,
más que los rayos de espantado cielo
si de él se desmorona lo infinito.
Sólo tú cabes dentro de los versos.
Un pálido ataúd en ti dormido
es tu poesía, hermano desdichado,
y eres también los clavos y el martillo.
Tan corta es la distancia entre la vida
y la piadosa muerte, los domingos.
Bebiendo el paso de los años todos
el Verbo en ti se vuelve negro vino.
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