No quiero rosas, con tal que haya rosas.
Las quiero sólo cuando no las pueda haber.
¿Qué voy a hacer con las cosas
que cualquier mano puede coger?
No quiero la noche sino cuando la aurora
la hizo diluirse en oro y azul.
Lo que mi alma ignora
eso es lo que quiero poseer.
¿Para qué?… Si lo supiese, no haría
versos para decir que aún no lo sé.
Tengo el alma pobre y fría…
Ah, ¿con qué limosna la calentaré?…
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