¿Habrá entonces otro cielo más vasto
donde Agustín Lara canta mejor cada noche?
¿O seremos apenas el rostro fugaz
entrevisto en los corredores de la madrugada?
Aquel bolero, mientras el portero bosteza
y los huéspedes regresan ebrios;
aquel que habla de amores muertos
y lágrimas sinceras… Los amantes
se llaman por teléfono para escuchar,
tan sólo, su propia respiración.
Pero alguien, algún día, en el desorden del trasteo,
encontrará un poco de aquellos besos
y mientras tararea:
‘déjame quemar mi alma, en el alcohol de tu recuerdo’,
escuchará una voz que dice: ‘la realidad es superflua’.
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