¡Oh, nave, oh pobre nave:
Pusiste al cielo el rumbo, engaño grave! –
¡Y andando por mar seco
Con estrépito horrendo, diste en hueco!
Castiga así la tierra a quien la olvida
Y a quien la vida burla, hunde en la vida:
¡Bien solitario estoy, y bien desnudo,
Pero en tu pecho, oh niño, está mi escudo!
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