a Salvador Flores
A veces me levanto de noche para seguir un ruido.
Pienso quién anda allí, quién camina, quién toca.
Lo que perturba el sueño de mi casa tranquila
¿es ruido, sombra, recuerdo? ¿Pasa algo?
El perro y la gata se me quedan viendo:
no pasa nada; duérmete, querido,
la noche tuya y nuestra está tranquila.
¿Entonces por qué me desperté?
¡Hace tanto que cuido que no suceda nada!
Las puertas y las ventanas;
mi familia, mis huéspedes;
también mis cosas están en su lugar.
Luego tomo un vaso de agua, una copa de brandy,
enciendo un puro, me miro un rato en el espejo.
Éste era yo; sí, éste era yo; todo está en orden.
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