Hilo tan delgado casi siempre se rompe.
Suelo tan ligero cualquier sobresalto devora.
Costra seca que sin desear anda desnuda.
Ombligo roto y vuelto a pegar.
Agua que nunca se detuvo.
Entrañable amor que es pesadumbre:
Miedo si se está despierto.
Fiebre en primavera, cuando empiezan a caer las hojas.
Contraloquesea, a mandobles y suspiros,
entre siemprevivas y secas bocanadas,
estertor entequilado cuando sale el sol
y una densa nube cubre el cielo de relámpagos viejos.
Nunca niños tanto, con rictus de dolor,
habrían visto
pisando tierra propia, ajena.
Aire que adelgaza, se hace humo.
Sueño que regresa a su viscera.
Luz y nada. Ojo para mucha muerte.
Palpito que aflora comiendo gusanos vesperales.
Casa propia, hogar de nadie.
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