Ay, mis esposos, todos mis esposos
se fueron a la mar, ayer, mañana.
Guardé sus blancas ropas, la fortuna
de pobres con que hicimos las moradas.
Viuda me quedé. Vestí de luto
y fui por pueblo esquivo saludada.
Un perro, la comida justa, un lecho,
es todo cuanto tengo por cordura,
porque al romperse el viento de la noche,
los búhos al rezar, y andar la lluvia,
qué loca voy diciendo por las calles
verdades, si vestida, mal desnuda.
La espina ¿para qué? ¿Por qué la rosa?
Amor y desamor no dan descanso.
Pasar por esta vida y a esta hora,
se paga con hastío, si no espanto.
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