Cuando cojo este libro,
súbitamente se me pone limpio
el corazón, lo mismo
que un pomo cristalino.
-Me da luz en mi espíritu,
luz pasada por mirtos vespertinos,
sin ver yo sol alguno…
¡Qué rico me lo siento! Como un niño
que no ha gastado nada de su vivo
tesoro, y aun lo espera todo de sus lirios
-la muerte es siempre para los vecinos-,
todo lo que es sol: gloria,
aurora, amor, domingo.
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