Bajo los pies…
el agua,
la corriente que lenta se desliza y suave
nos abraza y nos ama.
Y desde atrás…
el aire
que como fiel amante limpia de cal el cielo,
la silueta crispada del orfebre,
el eterno homenaje que a Benvenuto hicieron los dioses y la historia
Indiferente miras los adornos,
la mercancía que dora el sol
y arranca
los velos del amor y la ilusión del tiempo,
del recuerdo.
Con indolencia pisas las baldosas
y a los labios acercas la ceniza
de la alucinación, la dulce brasa
que en tus manos ha puesto el joven camarada.
Y de repente sientes
que otra nueva belleza invade tu pupila
a la par que su música seductora te acoge
en la inquietante bruma de la felicidad.
¿Te llamas?
-Beatrice- dicen, desde el amor.
No huyas.