Ni pretendió empañarlo con decirlo
esa cuchillada infamante
que me dejaron en el rostro
oraciones hipócritas y lujurias bilingües
que me rodeaban por todos los muelles.
Ni ese belfo colgado a ella por la gula
en la kermesse flamenca de los siete regresos.
Ni esos diez cómplices impunes
tan lentos en tejer mis apetitos
y en destejerlos por la noche.
Y mi sed verdadera
sin esperanza de llegar a Ítaca.
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