Cada ocaso advierte a los hombres callados
que miran al horizonte
que la oscuridad caerá.
Y cada día el Cartero- Muerte llama a la puerta.
Lo oímos golpear y golpear.
Aunque no le abramos
nos deja una invitación permanente.
¡Tiempo! ¡Tú me has robado los días de vino y rosas!
¡No hay bondad en tu curso!
¡Tus agujas han cosido un sudario blanco
con el hilo de nuestras vidas!
Carta depositada sobre carta,
sin que nunca se agote el saco,
oímos el toc-toc de la muerte.
Sin forzar fatalmente estricta, de buenos huesos,
llenando nuestras bocas de polvo
camina vida-arriba con zapatos de hierro.
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