No he de apagar la luz
para pensar en ti: a pleno día
y ande haciendo lo que haga
(deambular por los parques, mirar nubes,
contestar a unas cartas, romper versos,
retener cuanto graban en el contestador,
bromear con el hijo, ver que llueve
y apenas lo registran mis calizos terrones
pues que la reja de tu sonreír
hace días que falta),
no afecta a tu presencia cercana o venidera,
eje y razón y fuerza y calor míos.
En las encrucijadas más confusas del sueño
oscuramente sé de tu vivir. Y cuando
la madrugada, a veces, mi dormir interrumpe
anunciando borrasca,
me oriento por el faro
de tu claro vivir siempre al alcance.
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