Huele a lombriz la tierra.
Gusanos se disputan el tallo del rosal.
Las manos que me llevan separarán las flores
con papeles mojados.
Regarán la costumbre con los ojos ausentes
y una lata de Silvo conservará los bronces
atendidos.
Tocaremos el piso, de rodillas.
Nos iremos bordeando el paredón
por el camino angosto de los pinos
con un ruido de pasos sobre las hojas secas
hasta el próximo sitio de silencio.
La muerte así de muerte es un vivo suspenso
suele rodear la casa con sus símbolos
encender las velas, dejarlas consumir adentro de
algún plato, hacer que el día ande en puntas de pie
que los domingos huelan durante mucho tiempo
profundamente a flores en reposo.
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