Telaraña de cuerpo indefinible,
la soledad me ronda, la presiento,
y le muestro mi cuerpo en movimiento
para hacerme a sus hilos perceptible.
No habrá de ser su abrazo más terrible
que el de este desamor y el vano intento
de ir tras el sol, sin remos y sin viento,
sabiendo que alcanzarlo es imposible.
Volveré a refugiarme en las estrellas;
a rumiar el dulzor de la amargura
y a gozar y sufrir con mi castigo…
pues si el huido amor dejó sus huellas
en senda que conduce a la locura,
prefiero, soledad, quedar contigo.
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