Va cayendo la noche en los trigales,
mis besos van cayendo en tus racimos,
y nos vamos los dos como vinimos:
por laberintos, fechas y hospitales.
Cuando el mar nos separa con sus sales,
por encima del mar nos escribimos,
pero de todos modos nos sentimos
sepultados por olas torrenciales.
Nada podrá salvarnos, compañera,
de la separación, de la madera,
del ataúd y su corteza oscura.
Trina el amor pero la muerte llora
y nos arroja sombra destructora,
sombra de pino y sed de sepultura.
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