Nocturno azul y plata… Sobre el clave
se esfuma el oro de la tarantela;
y el alma, en nuestra voz, se aterciopela
para hacer su caricia más suave.
El aire a besos y a ternura sabe,
y en el luar que en el jardín riela,
las pupilas del ángel que nos vela
de luz enjoyan el silencio grave.
La música se va… Tan sólo queda
un perfume fugaz a carne y seda…
¿Quién tus encantos desnudó a la brisa?…
Ante tu albor ni a respirar me atrevo,
y gota a gota, hasta embriagarme, bebo
todo el amor del mundo en tu sonrisa!
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